Lo que callan los pájaros

Hoy te voy a contar la historia que nunca será, aquella que jamás viviremos, la historia de la vieja estrella fulgurante… cuántas cosas nos hemos perdido, y de qué magnitud… cuando no se tiene algo, se aprende a apreciarlo y yo ahora sé que todos los amaneceres son mentira porque no pueden ser reales. Hemos perdido los relojes para siempre en un lugar que no somos capaces de ubicar porque el tiempo se ha estancado en una historia que no existe, que jamás existirá. Todo lo demás… todo lo demás es eso, todo y nada. La de veces que podíamos haber llorado juntos de felicidad y de pena, la de veces que nos hubiéramos buscado sin consuelo por el mundo… la de playas que se han perdido nuestra compañía, la de olas rompiendo que ya jamás volveremos a escuchar; las tardes de sofá y desidia; la inmensa cantidad de noches adivinándote tras la oscuridad, percibiéndote con otros ojos, observándote con mis manos trémulas; todas las discusiones sin sentido, dolorosas y rayanas en lo absurdo; nos hemos perdido todo lo de sorprendente que pudiera tener la vida, hemos perdido la posibilidad de ser únicos en este mundo atestado de gente; nos hemos perdido y nos hemos encontrado en cientos de palabras inútiles, que de nada sirven porque nada dicen, porque no sirven para esto las palabras, sólo sirven de aproximación burda y mundana… la de besos y abrazos que vagan perdidos por las calles, absortos ante su propia putrefacción, los fantasmas indelebles que quedaron para siempre enquistados en las aceras, nuestros reflejos en los escaparates oscuros, la incredulidad de sabernos cerca… lo que callan los pajáros…

Criaturas

Y, sin embargo, estaba todo dicho. Ella intuía que no iba a servir para nada, que no era más que otro inútil intento por negar lo evidente para calmar su conciencia.
Lo cierto es que había veces en que se le enredaban las palabras y creía estar en un lugar donde no existía ni el tiempo ni el espacio, se le fundían el pasado y el presente y el futuro comprendía tan sólo el segundo siguiente.
Pero no podía hacer otra cosa. Por más que se esforzaba en borrarlo todo, lo único que conseguía era taparlo, ocultarlo de puertas a fuera con la absurda convicción de que no existe de lo que no se habla. Pero ella sabía que no era así, estaba convencida de que existía, porque algunas noches solitarias le despertaba su latido de criatura inquieta, lo notaba escrutando todos los rincones de su ser y se dormía rodeado por sus brazos. Era tan desconocido...
En todos los años que conformaban su vida creía haber visto y sentido de todo, pero aquella sensación era desconocida, no tenía nada que ver con lo anterior y eso la inquietaba porque no sabía muy bien cómo enfrentarse a lo desconocido y su habitual seguridad se tambaleaba hasta volverse quebradiza.
No, no se reducía a deseo o a convencionalismos de esa índole. Era una mezcla de aislamiento, soledad y observación. Sabía que sería capaz de pasar una vida sin hablar, tan sólo contemplando el horizonte y notando su cercanía. Tan sólo eso. Pero tan simple resultaba que se volvía imposible.
Intentaba no pensar en nada y obviarlo todo pero no podía porque quisiera o no, los pasos sigilosos volvían a oírse al cabo de un tiempo recordándole que existía y entonces no podía evitar volver a sumergirse en aquel mar de lejanos recuerdos...
Vivía en dos mundos diferentes simultáneamente y creía tener fuerzas para habitar ambos. Obviamente uno era el real, donde nada se podía manejar, estrictamente ordenado en su jerarquía de horas, minutos y segundos. El otro era su mundo interior, aquel que sólo ella conocía y que había conformado a su antojo a lo largo de toda su vida, quitando los elementos que la incomodaban y llenándolo de cosas que le resultaban gratas.
Intentaba compaginarlos los dos, de manera que cuando consideraba que llevaba demasiado tiempo en uno, se escapaba al otro un rato y así aguantaba poco a poco su existencia.
Lo que más la llegaba a incomodar era el convencimiento de que tarde o temprano todo acabaría. Y, de hecho, podía acabar de mil formas diferentes. Pero como hace tiempo aprendió sólo cuentan los segundos, no hay nada más, y con un manotazo alejaba ese hecho de sus días, intentando disfrutar de un momento que en realidad no existía y que con toda probabilidad jamás sería real. Y se preguntaba cómo aguantaría sin perder el juicio toda una vida esperando algo que jamás iba a llegar. Aún así, se esforzaba en no agobiarse porque se sentía abocada a eso, como si su destino estuviera ya determinado y nada de lo que hiciera pudiera cambiarlo. Así que cuanto antes lo aceptara, tanto mejor.
Realmente daba igual que las circunstancias cambiaran o que pasasen mil años y se convirtiera en ceniza. Quedaría enquistado para siempre, escrutando su vida en noches solitarias...
Aunque Tú No Estás

Aunque tú no estás, mis ojos
de ti, de todo, están llenos.
No has nacido sólo a un alba,
sólo a un ocaso no he muerto.

El mundo lleno de ti
y nutrido el cementerio
de mí, por todas las cosas,
de los dos, por todo el pueblo.

En las calles voy dejando
algo que voy recogiendo:
pedazos de vida mía
perdidos desde muy lejos.
.
Libre soy en la agonía
y encarcelado me veo
en los radiantes umbrales,
radiantes de nacimientos.

Todo está lleno de mí:
de algo
que es tuyo y recuerdo
perdido, pero encontrado
alguna vez, algún tiempo.

Tiempo que se queda atrás
decididamente negro,
indeleblemente rojo,
dorado sobre tu cuerpo.

Todo está lleno de ti,
traspasado de tu pelo:
de algo que no he conseguido
busco entre tus huesos.


MIGUEL HERNÁNDEZ


PD: Como no puedo escribir, os dejo ésto...

Un Lugar En El Mundo

Hay un lugar en el mundo que sólo ha de existir para nosotros, a pesar de que lleguemos cansados de tanta vida y nos cueste reconocernos entre las arrugas y el cuerpo deforme por los años y tengamos que mirarnos fijamente a los ojos para reconocernos y creernos que, por fin, es cierto. Allí seremos tan felices, ya no le importaremos a nadie y nos sentaremos a la sombra de los árboles centenarios a ver el mundo a lo lejos, sin querer volver jamás. Por las tardes, ya lo verás, iremos a mi lugar favorito, a aquellas rocas en lo alto y nos quedaremos a ver cómo atardece en el valle frente a nosotros mientras la montaña crece a nuestras espaldas. Y, cuando vayamos a pasear en las mañanas calurosas, iremos caminando hasta la fuente de agua fresca y nos esperaremos mutuamente por el camino para ayudarnos, porque seremos tan viejos que nos costará caminar por aquellos caminos pedregosos. Y lo cotidiano se disfrazará de palabras, por todo lo que nos perdimos, por todo lo que nunca nos dijimos. Y recordaremos aquellos años en los que éramos tan jóvenes y todo era tan simple que nos esforzábamos en hacerlo complicado. Y hablaremos de aquellos días en que no podíamos decirlo todo, porque estábamos convencidos de que no existe de lo que no se habla. Y por fin y para siempre te amaré en silencio, sin tocarte, sólo con mirarte y no habrá nada más...

Omnipresencia II

"Soy la feliz víctima de tu omnipresencia, estás aquí y te siento. Noto micropartículas de tu esencia posadas sobre todos los lugares, como la pátina que el tiempo graba sobre los objetos olvidados..." Omnipresencia I

A veces es extraño cómo sucede todo. Cómo la evidencia nos asalta de repente... siempre he pensado que mi vida estaba llena de absurdas ausencias, pero ahora sé que no es verdad. Hace tiempo me dí cuenta: hay ausencias que nunca han sido tales, que siempre han estado ocultas, remanentes en la memoria...por eso está bien escribir, a veces parece inútil,pero no lo es en absoluto. Al principio lo hacía por mero placer, por dejar pasar el tiempo en forma de tinta, con largos trazos nerviosos que salían solos y que no era necesario corregir, no como ahora. Pero pasan los años, esos mismos que se van volando en un suspiro pero que juntos conforman una eternidad. Miro atrás y me parece que todas esas páginas las ha escrito otra persona, que no soy yo... pero, a veces, la evidencia nos asalta de repente y recordamos quienes somos, quienes éramos... y recordamos cosas que creíamos haber olvidado y nos damos cuenta de que hay cosas que jamás se han ido, que son omnipresentes y que, de un modo u otro, siempre han estado ahí. Escucho las mismas canciones de entonces y las distancias poco a poco se acortan, aunque no hasta el punto de sacarme del estupor que me produce el no saber dónde he estado los últimos treinta años... no sé quién es esa persona que ha tenido el atrevimiento de vivir mi vida por mí, suplantándome, borrándolo todo poco a poco... Ahora intento no echar la vista atrás, sólo mirar hacia adelante, ahora que sé que todo es mentira, que toda esta vida no ha sido más que una farsa. Ahora siento que ya no soy prisionera de nada ni de nadie y me esfuerzo por romper esas cadenas invisibles que me tendí hace mil años... estoy tan cansada... siempre mirando hacia otro sitio, como si mi vida no fuera conmigo... Pero ahora creo recordar levemente quien era, quien soy y no quiero olvidarlo, he tenido años, cada año me ha cundido como veinte y quizá por eso sé todo lo que sé. Pero me ha costado aprenderlo, a base de ausencias. Y de omnipresencias...
 

© PAUL'S RESURRECTION
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